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martes, 25 de octubre de 2011

Misterios y curiosidades de Disney

Algunos exégetas disneyanos afirman que las personalidades de los siete enanitos de Blancanieves representan los siete grados de adicción a la cocaína. Veámoslo: Dopey, Grumpy, Bashful, Sneezy, Sleepy y Doc – en la versión original – podrían traducirse como “drogadicto”, “gruñón”, “tímido”, “mocoso”, “dormilón” y “doctor”. El propio nombre de Blancanieves, en inglés “Snow White” , <<Blanca Nieve>> también parece hacer alusión a la mencionada droga.

El irascible pato Donald tampoco se libra de la sombra de la sospecha, pues no falta quien diga que sus cloqueos medio incomprensibles sirven para ocultar mensajes subliminales. Los acomodadores de los viejos cines podían comprobar como, en determinados momentos de la aparición del pato, los espectadores coincidían en demandar determinados productos como, por supuesto, Coca-cola. Hablando de Donald, otro rumor dice que fue censurado en Finlandia, pero no por difundir este tipo de subliminales, sino por andar por ahí sin pantalones.

 En Disneylandia, el parque temático a quien alguien bautizó como “la meca del sueño americano”. Este “mágico mundo de colores” es uno de los escenarios más recurrentes en el universo de las leyendas urbanas.  Los parques temáticos de Disney – en todas sus versiones en varios continentes – son conocidos como “los lugares más felices del mundo”. Desde la apertura del primer centro en 1955, cientos de millones de personas han transitado sus brillantes avenidas y jardines y han disfrutado de sus atracciones embelesados por el maravilloso mundo creado por “el tío Walt”. A pesar de todo, los amantes de las leyendas urbanas, siempre tan morbosos, piensan que hay algo malévolo y decadente detrás de esos hermosos muros de cartón piedra. Por eso son muchos los relatos que se rumorean acerca del parque: cuentos que no siempre terminan con final feliz y que llegan a afirmar que los parques Disney están malditos. Sea esto cierto o no, es muy lógico pensar que en un lugar tan transitado las cosas no siempre pueden ir bien.

La palma en materia de accidentes la tiene el Matterhorn, una montaña rusa que al menos ha matado a dos personas: un chico de quince años y una enfermera que cayó a los raíles desde el último asiento y fue arrollada por el primer vagón del siguiente turno. Se cuenta que los pasajeros fueron evacuados por una salida oculta y se precintó la zona por “problemas técnicos” para evitar que los demás visitantes conocieran la desgracia. No son los únicos rumores acerca del Matterhorn. Al parecer, los responsables del parque construyeron un campo de baloncesto en la atracción para inscribirla como recinto deportivo y burlar la legislación del estado sobre la máxima altura de las construcciones.
De todas formas, no se ha declarado una sola muerte en los parques Disney pues, por una argucia legal, los encargados se preocupan de que las defunciones sean certificadas después de abandonar la propiedad. Además resulta difícil advertir cualquier incidente, pues tanto el personal de seguridad como el sanitario e incluso los vehículos de emergencia están camuflados. ¿Se trata de conseguir mayor coherencia ambiental o de ocultar cualquier problema a toda costa?

Se dice que ha habido demandas contra Winnie the Pooh por abofetear a una niña de nueve años y que no han escaseado escenas en las que los divertidos animalillos han llevado sus tiernas actitudes hasta territorios más carnales.

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