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domingo, 23 de octubre de 2011

Siempre contigo

Hubo una vez una familia que consentía a su joven hijo con todo capricho que este quisiera.
Era el cumpleaños del niño y los padres salieron con él al pueblo para comprarle un regalo.
Nada de lo que vieron le gustaba al niño. Sin embargo, cuando pasaron por una casa de antigüedades, un muñeco en forma de payaso les llamó la atención.
El niño le dijo a sus padres que eso era lo que quería de regalo.
Entraron y trataron de comprar el muñeco pero el dueño de la tienda y su esposa se negaban a venderlo, diciendo que no estaba a la venta y por un descuido había terminado en la vidriera y no lo habían vuelto a guardar.
Los padres del chiquillo insistieron y le ofrecieron a los dueños del local una fuerte suma de dinero, uno que el pobre vendedor y su esposa no podían rechazar.
El dueño aceptó vender el muñeco con la condición de nunca quedarse solos con el muñeco en la casa, porque estaba maldito. Los padres dijeron que era una petición razonable y que querían tanto a su hijo que siempre estaban con él, además, el saber de la maldición los asustó un poco.
Pasaron los meses y no hubo novedad. La familia se fue olvidando de la advertencia.
Un día, el padre se encontraba trabajando y la madre preparaba el almuerzo para ella y su hijo. Al ver que no tenía todos los ingredientes que necesitaba, fue al mercado rápidamente a comprar lo que le faltaba.
Cuando regresó, vio gotas de sangre en el piso de su casa, las cuales formaban un rastro en dirección al cuarto de su hijo. La mujer subió las escaleras a toda velocidad y vio que las gotas terminaban frente a la puerta del armario.
La mujer abrió la puerta y se horrorizó al ver el cuerpo de su hijo despedazado y colgado dentro del armario.
Estaba aterrorizada, volteó y encontró al muñeco sonriéndole...
El muñeco habló y le dijo: "Y ahora, estoy solo contigo..."

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