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jueves, 26 de julio de 2012

El Experimento McPherson

En Diciembre de 1983, el doctor Gary E. Duncan y un grupo de científicos pioneros en neurociencias de la Universidad de Chappel Hill en Carolina del Norte, realizaron un experimento radical en un edificio privado. Los científicos tenían la extraña teoría de que un humano con acceso muy limitado a estímulos externos es capaz de percibir la presencia de Dios. Ellos creían que los cinco sentidos bloqueaban nuestra conciencia de la eternidad, y sin ellos, un humano era capaz de hacer contacto con Dios a través del pensamiento.

Haciendo uso de una potente neurotoxina administrada en dosis pequeñas y controladas, pretendían aumentar la capacidad de percepción extrasensorial del individuo en cuestión. Hubo un voluntario para tales fines. Harry S.McPherson, un hombre viejo que dijo "No tengo nada como para seguir con vida" fue el sujeto de pruebas. Para purgarlo lo mayor posible de toda percepcion externa, los científicos hicieron una compleja operación en cual gran cantidad nervios sensoriales conectados al cerebro eran quirúrgicamente cortados. La droga le fue administrada vía intravenosa en pequeñas cantidades, pero de manera permanente.

El anciano quedó sólo con sus pensamientos. Los científicos lo monitoreaban mientras él hablaba sobre su confuso estado mental, susurraba frases que ellos no podían escuchar muy fácilmente. Después de cuatro días, el hombre dijo que estaba escuchando voces ininteligibles en su cabeza. Tomándolo como si fuera un síntoma de psicosis, los científicos le dieron poca importancia a las preocupaciones del hombre. Dos días después, el hombre lloraba diciendo que podía escuchar a su esposa muerta hablando con él, y aún mas, el podía responderle. Los científicos estaban intrigados, pero no estaban convencidos del sujeto, no hasta que comenzó a decir los nombres de parejas o parientes muertos de los científicos. Él menciono información personal a los científicos que sólo sus esposas o padres muertos hubieran podido saber. Al llegar a este punto, una cantidad notable de científicos dejaron la investigación.

Después de una semana conversando con los muertos, el sujeto entró en un estado de mucho estrés, diciendo que las voces eran demasiadas y constantes. A cada momento, su mente era bombardeada por cientos de voces que se rehusaban a dejarlo solo. Él frecuentemente se tiraba contra la pared, tratando de inflingirse una respuesta al dolor. Les rogó a los científicos una mayor cantidad de droga, así podía escapar de las voces mientras dormía. Esta táctica funcionó por tres días, hasta que tuvo severas noches de terror. El sujeto repetidamente decía que podía ver y oír a los muertos en sus sueños. Un día después, el sujeto comenzó a gritar y arañar sus casi inútiles ojos, esperando sentir algo del mundo físico. El anciano histéricamente decía que las voces de los muertos eran reales y hostiles, hablando del cielo, el infierno y del fin del mundo. En un momento, el gritó "No hay perdón". Lo hizo durante cinco horas consecutivas.

Contínuamente rogaba ser sacrificado, pero los científicos estaban convencidos de que estaba cerca de establecer contacto con dios. Después de varios días, el sujeto no podía formar una frase coherente. Aparentemente loco, comenzó a arrancar a mordiscos pedazos de carne de su brazo. El doctor Duncan corrió dentro de la sala de pruebas a atarlo a su camilla para que no se suicidase. Después de unas horas atado, el sujeto detuvo su forcejeo, comenzó a mirar al techo y las gotas de lágrimas corrieron por su cara.

Por dos semanas, el sujeto era hidratado manualmente por su llanto constante. Eventualmente, giró su cabeza, hizo contacto con los ojos de un científico por primera vez desde el comienzo del estudio. Él susurró: "He hablado con Dios, y él nos ha abandonado" y sus signos vitales se detuvieron. No hubo una causa patologica para su muerte. Parecía que el anciano simplemente había decidido morir.

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